IA
La Inteligencia Artificial es uno de los avances más sorprendentes de nuestra época. Su capacidad para procesar y analizar enormes cantidades de datos en tiempo real ha llevado a la creación de todo tipo de aplicaciones y tecnologías innovadoras: desde chatbots que nos ayudan a resolver problemas cotidianos hasta sistemas de conducción autónoma que podrían revolucionar el transporte, la IA tiene el potencial de mejorar nuestras vidas de muchas maneras.
Sin embargo, también hay una cara oscura en el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Como con cualquier tecnología, hay un riesgo inherente de que la IA sea utilizada para fines malintencionados. En manos equivocadas, la IA podría utilizarse para manipular y controlar a la sociedad, cometer crímenes o incluso para la guerra.
Teniendo en cuenta estos posibles contextos, ¿la humanidad debe preocuparse? Por supuesto. ¿Debe la humanidad limitar su desarrollo hasta que cuente con la absoluta seguridad de que no se utilizará para fines maliciosos? De ninguna manera, la historia nos demuestra que todo avance tecnológico que ha supuesto un salto de gigante para la especie humana siempre ha tenido un lado oscuro.
Dominio del fuego, hace 1,7 millones de años
A lo largo de la historia, el dominio del fuego por parte de la humanidad ha tenido usos potencialmente malignos: incendios intencionales como herramienta de destrucción, armas incendiarias en tiempos de guerra, quemas ilegales que escapan a su control y provocan daños ambientales, pérdida de biodiversidad…
Aún así, el uso y dominio del fuego fue un desarrollo fundamental para nuestra especie que nos proporcionó calor, luz y protección contra depredadores. Además, el fuego permitió la cocción de alimentos, facilitando la digestión y proporcionando una fuente más concentrada de energía, lo que a su vez influyó en el desarrollo de nuestros cerebros y habilidades cognitivas.
Uso de los combustibles fósiles, finales del siglo XVIII durante la Revolución Industrial
Primero fue la madera, luego el carbón y después el uso masivo de petróleo y gas natural desde mediados del siglo XIX. Su combustión libera una gran cantidad de gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos provocando cambio climático y degradación de la calidad del aire con graves consecuencias para el medio ambiente y la salud humana, los accidentes y derrames de petróleo en los océanos o en tierra firme han causado graves daños a los ecosistemas marinos y terrestres, así como a la vida silvestre. Además, la explotación y el comercio de combustibles fósiles han generado una fuerte dependencia de ciertos países o regiones, lo que ha llevado a tensiones geopolíticas y conflictos.
Sin embargo, la disponibilidad de energía barata y abundante proporcionada por los combustibles fósiles ha sido un factor clave en la industrialización y el desarrollo económico en todo el mundo. Los combustibles fósiles, en particular el petróleo, han permitido la creación de sistemas de transporte eficientes y accesibles y la disponibilidad de energía eléctrica confiable en todo el mundo, mejorando la calidad de vida de las personas y el acceso a servicios básicos.
Control de la energía nuclear, década de 1940
La energía nuclear es el ejemplo más paradigmático de avance tecnológico con el potencial de extinguir a la humanidad. Desde su dominio, prácticamente su primer uso fue el desarrollo y fabricación de armas nucleares con capacidad de causar una destrucción masiva. A día de hoy, la disponibilidad de armas nucleares por parte de países conflictivos plantea serias preocupaciones de seguridad global, y si nos remitimos a su uso civil lo primero que se nos viene a la cabeza son los desastres de Chernobyl y Fukushima con sus consecuencias.
Aún así no pueden negarse los beneficios asociados con la energía nuclear. Se trata de una fuente de energía de baja emisión de carbono, lo que la convierte en una opción importante para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y abordar el cambio climático. Adicionalmente, la tecnología nuclear también tiene otras aplicaciones importantes como en el caso de la medicina o sectores industriales y ha permitido grandes avances en la investigación científica en múltiples áreas.
Internet, primeros pasos en los años 60 hasta su popularización en los años 90 del siglo XX
El mayor avance tecnológico de nuestra era y con mayor alcance social está salpicado de usos malignos: delitos cibernéticos, ciberacoso, distribución de contenido ilegal, espionaje, propagación de ideologías extremistas, manipulación de masas, …
La oscuridad, la maldad y la depravación que alberga internet es prácticamente un reflejo de los aspectos más siniestros de nuestra sociedad. Y aún así, ¿somos capaces de reconocernos a nosotros mismos sin internet?
Internet ha democratizado el acceso a la información, permitiendo a las personas buscar y acceder a una amplia gama de conocimientos y recursos. Ha revolucionado la forma en que nos comunicamos con una comunicación instantánea y en tiempo real. Ha impulsado el crecimiento del comercio y la innovación, proporcionando una plataforma que ha permitido el surgimiento de nuevas empresas, productos y servicios. Facilita la colaboración y el trabajo, ha mejorado la productividad y la eficiencia en muchos campos. Ha dado voz a personas y comunidades que antes tenían dificultades para ser escuchadas… y mucho más.
¿Cuál será el impacto de la AI en la humanidad? (En mi opinión)
La lista de avances científicos y tecnológicos que han causado a la vez enormes beneficios y enormes perjuicios a la humanidad, es tremendamente extensa y la historia de la humanidad así nos lo confirma: Es inevitable que un gran avance tecnológico tenga consecuencias positivas y negativas a la vez. Y estas últimas se pueden dar tanto por la falta de control sobre la tecnología como por un uso malicioso de la misma.
Indiscutiblemente, y al igual que el resto de las grandes revoluciones tecnológicas, la Inteligencia Artificial ha supuesto (y supondrá) cambios extraordinarios en nuestra sociedad:
- Los algoritmos de IA estarán sesgados si se entrenan con datos que contienen sesgos inherentes. Habrá casos en los que haya interés en aprovechar esta herramienta para perpetuar y amplificar la discriminación que ya existe en la sociedad.
- La recopilación y el uso masivo de datos para alimentar los sistemas de IA plantea preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad de la información personal.
- La IA desplazará a trabajadores humanos en diversas industrias, lo que llevará a la pérdida de empleos y desafíos económicos y sociales.
- La Inteligencia Artificial aplicada a sistemas de armas autónomas plantea preocupaciones éticas y de seguridad. El desarrollo y la implementación de armas autónomas sin supervisión humana llevará a situaciones peligrosas y a la falta de rendición de cuentas por las acciones tomadas por estos sistemas.
- Los sistemas de IA se utilizarán cada vez más para generar y difundir información falsa o desinformación de manera más sofisticada y amplia para provocar un impacto negativo en la toma de decisiones, la opinión pública y la estabilidad social.
- Una dependencia excesiva de la IA en diversos aspectos de la sociedad podría llevar a la pérdida de habilidades humanas y la falta de autonomía. Además, la falta de comprensión completa de cómo funcionan los sistemas de IA puede generar una confianza ciega y la incapacidad de tomar decisiones fundamentadas sin la ayuda de la IA.
¿Catastrofista? Para nada. Lo cierto es que todas estas “predicciones” ya las estamos sufriendo a día de hoy. La tecnología actual ya genera estos impactos negativos. Lo que supondrá el despliegue masivo de la inteligencia artificial será su amplificación.
Y precisamente por eso, porque podemos anticiparnos, debemos analizar estas situaciones y sus causas, y prepararnos para mitigar los impactos negativos. Es fundamental abordar estos riesgos y preocupaciones mediante la implementación de marcos éticos y regulatorios adecuados, así como la investigación continua para comprender y mitigar los posibles impactos negativos de la IA.
Esta tecnología no es intrínsecamente mala, su mal uso depende de nosotros, de las decisiones y acciones humanas. La responsabilidad y la consideración de los aspectos éticos son fundamentales para garantizar que la IA se utilice de manera responsable y en beneficio de la humanidad.
Afrontar los riesgos asociados con la inteligencia artificial es nuestra obligación porque los beneficios potenciales que se pueden obtener son extraordinarios. Ya hemos visto que la IA plantea desafíos y preocupaciones, pero también presenta oportunidades sin precedentes para el avance de la sociedad. La capacidad de la IA para analizar y comprender grandes cantidades de datos, tomar decisiones precisas y aprender de manera autónoma puede conducir a soluciones innovadoras y transformadoras.
Siempre y cuando abordemos los riesgos con precaución y mantengamos un enfoque centrado en el bienestar humano, la inteligencia artificial tiene el potencial de generar un impacto positivo y revolucionario en nuestras vidas: Celebremos estos riesgos. Son el anticipo de una gran transformación.